La senda de los elefantes
Ha pasado tiempo y os tengo un tanto abandonados... mea culpa! A ver si no vuelve a pasar!!! La verdad es que en este tiempo sin actualizar el blog han pasado cosas: una huelga general, la prima de riesgo por las nubes, el fracaso del PP en Andalucía y Asturias, los nuevos presupuestos generales, el disparo de Froilán, las nuevas del caso Urdangarín, el robo de CFK a Repsol... y la cacería del Rey en Botswana.
Y ahí es donde quiero hacer hoy mi comentario, sobre todo tras escuchar a muchos comentaristas y analistas políticos que parecen instalados en un lenguaje cada vez más alejado de la realidad. Porque lo del elefante de Botswana no es una anécdota, es la muestra de una categoría. Juan Carlos I fue uno de los artífices de la Transición española, protagonista visible. Todos los españoles estamos en deuda con el Rey. Él salvaguardó en momentos muy duros la democracia en España. Pero eso no le otorga patente de corso para hacer lo que le venga en gana. Lo mismo que se agradece a un futbolista sus servicios y los títulos que han contribuido a hacer grande el club... debe saber cuándo retirarse y dejar paso a los nuevos talentos. De lo contrario estará arrastrándose por los terrenos de juego hasta el final de su carrera. Y hay síntomas muy evidentes de que a Su Majestad ya está empezando a pasarle esto. Su posicionamiento en el bando de las Infantes frente al Príncipe se ha hecho incuestionable. Hoy mismo aparecen ya informaciones que le vinculan de forma indirecta con la trama Nóos. Y desde luego, lo que parecía inverosímil (que Doña Cristina no supiera lo que hace su marido) empieza a aparecer así. Otra cosa es que lleguen a llamarla a declarar o que incluso Urdangarín llegue a ser condenado. Todo terminará (ya lo hemos dicho) en un pacto con la Fiscalía y aplicación de la doctrina Atutxa (por la cual si no hay perjudicado directo -en este caso es el Estado- y la Fiscalía retira los cargos, el juicio termina sin la acusación particular) para que el Duque de Palma termine su periplo judicial con el pago de una multa (quizá la recién creada amnistía...? a la que no pueden acogerse los procesados, pero no dice nada de los imputados).
Las informaciones que sabemos sobre el viaje de los elefantes (y sobre otras cosas como presiones a los medios, a jueces, etc...) dejan a Su Majestad en muy mal lugar: informó a Moncloa pero no recibió el plácet. Por tanto no miente Zarzuela cuando dice que informó, ni miente Moncloa cuando dice que no lo sabía... porque el Rey no termino ni de obedecer ni de rebelarse... simplemente hizo lo que le dio la real gana. Y es que además salen otras cosas, como sus amistades peligrosas, la camarilla que le rodea, etc. Nada edificante.
Alguno defendemos desde hace tiempo que el Rey debería jubilarse como ya han hecho las personas de su edad. Es lógico que quiera irse de cacería, de montería o de a las carreras de coches. Se lo ha ganado como cualquier jubilado que ha trabajado durante años. Además no tiene problemas, puede hacerlo, su hijo está muy preparado (gracias a Dios, mejor que su padre. Es quizá el monarca mejor preparado de la Historia de España) y tiene edad para ello. Don Juan Carlos puede dedicarse tranquilamente a los nietos, a la cinegética o a montar en moto mientras en cuerpo aguante. Dejaría a don Felipe además plena libertad para organizar la Monarquía a los tiempos que vienen, deshacerse de grasas adheridas a la institución durante estos años (quizá entonces necesarias para protegerse del frío) y convertirse en un gran rey de España. Pero tiene al enemigo en casa: ¿qué hacer cuando su padre tira por la ventana en poco tiempo su prestigio hacia las capas más jóvenes de la sociedad -las que deben sostener a Felipe-? ¿Qué hacer cuando su cuñado -y cónyuge- se aprovecha de la institución para hacer negocios y papá no tiene ya la energía para poner orden -expulsar en su caso- en la familia? ¿Qué hacer cuando el Palacio se llena de compañías poco recomendables que buscan solamente medrar y protegerse? Si el Rey da un paso a un lado tendrá quizá un gesto de grandeza: salvar la Monarquía para su hijo. Aún está a tiempo, porque, aunque él no lo crea, ha entrado ya en la senda de los elefantes.
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