La infidelidad de Antonio Alcántara y la indignación patria
Ni la crisis de Ucrania, ni los líos del PP en el País Vasco ni los del PSOE en Navarra. Lo que de verdad ha enardecido a los españoles estos días ha sido le 'infidelidad' de Antonio Alcántara (Imanol Arias) a Merche (Ana Duato). Quince temporadas en antena, en la que hemos visto crecer al 'narrador' Carlitos, hemos suspirado con los primeros amores de Inés, nos hemos emocionado con la 'abuela de España' que es Herminia, siempre dispuesta a poner el sentido común de la edad en cada uno de los avatares de esa familia que ha pasado a ser como parte de la nuestra. Hemos recorrido nuestra historia reciente de la mano de la familia Alcántara, que se ha arruinado, ha triunfado, ha llorado y ha reído en este tiempo varias veces. Antonio y Merche eran la pareja perfecta, ese matrimonio al que uno ve como ejemplo de superación de todas las dificultades...
Y ahora, Antonio va y se lía con Paz (Ariadna Gil, ¡vaya papelón le ha tocado interpretar!), y engaña a Merche. Las redes sociales están que trinan, los comentaristas televisivos han vertido ríos de tinta (o bytes) con la infidelidad más sonada de la televisión. Porque nadie se esperaba que Antonio -¡nuestro Antonio!- fuera a engañar a Merche. Ha caído un mito, el héroe de todos los españoles, el que si se hubiera presentado a unas elecciones hubiera sido elegido por aclamación: ¡Antonio Alcántara! ¿Cuántas mujeres no le han dicho a su marido 'a ver si se te pega algo de Antonio'? Trabajador, sacrificado, siempre pendiente de Merche, a la que trataba con ese 'paternalismo' propio de la época pero que resulta en ocasiones tan halagador. Pues Antonio le ha sido infiel a Merche.
Lo que sorprende es que en una sociedad que ha hecho del 'amor-de-quita-y-pon' una norma y hasta un ideal (hay quien dice de un tipo que va por la enésima
conquista que es 'un experto en el amor', 'un hombre enamorado'), la indignación por una infidelidad haya calado tanto. Antonio siempre podrá decir eso de que 'se nos acabó el amor' o aquello de 'nuestro matrimonio estaba ya roto antes de conocer a Paz'. Son las frases al uso en los diversos 'programas de la víscera' donde todo tipo de infidelidades son 'perdonadas' por el 'padre José Javier' y demás 'concilio' de marujas que le secundan. Pero resulta que no parece que el ser un 'picaflor'que deja su 'poliamor' de un lu
gar a otro sea tan aceptado por la sociedad española. Resulta que la fidelidad es un valor a destacar, que a los españoles (y españolas, que diría un cursi progre) les parece que ser infiel no es algo deseable, que no es posible que alguien a quien se tiene por íntegro haya sido capaz de traicionar la confianza de su esposa (y de paso de millones de españoles que le tenían por padre y marido ejemplar) de esta manera... ¿Y si resulta que la ingeniería social de años de socialismo de 'derechas y de izquierdas' no ha conseguido cambiar los valores sobre los que se asienta la sociedad española? ¿Y si va a resultar que lo que todos queremos (aunque nos falte dar el paso de poner 'esfuerzo' -esa palabra tan fea y tan en desuso en la educación) es ser fieles, honestos, honrados, con sentido del honor? Lo mismo España no está perdida y, sin querer, Antonio Alcántara y Merche nos van a despertar del letargo...
Y ahora, Antonio va y se lía con Paz (Ariadna Gil, ¡vaya papelón le ha tocado interpretar!), y engaña a Merche. Las redes sociales están que trinan, los comentaristas televisivos han vertido ríos de tinta (o bytes) con la infidelidad más sonada de la televisión. Porque nadie se esperaba que Antonio -¡nuestro Antonio!- fuera a engañar a Merche. Ha caído un mito, el héroe de todos los españoles, el que si se hubiera presentado a unas elecciones hubiera sido elegido por aclamación: ¡Antonio Alcántara! ¿Cuántas mujeres no le han dicho a su marido 'a ver si se te pega algo de Antonio'? Trabajador, sacrificado, siempre pendiente de Merche, a la que trataba con ese 'paternalismo' propio de la época pero que resulta en ocasiones tan halagador. Pues Antonio le ha sido infiel a Merche.
Lo que sorprende es que en una sociedad que ha hecho del 'amor-de-quita-y-pon' una norma y hasta un ideal (hay quien dice de un tipo que va por la enésima
conquista que es 'un experto en el amor', 'un hombre enamorado'), la indignación por una infidelidad haya calado tanto. Antonio siempre podrá decir eso de que 'se nos acabó el amor' o aquello de 'nuestro matrimonio estaba ya roto antes de conocer a Paz'. Son las frases al uso en los diversos 'programas de la víscera' donde todo tipo de infidelidades son 'perdonadas' por el 'padre José Javier' y demás 'concilio' de marujas que le secundan. Pero resulta que no parece que el ser un 'picaflor'que deja su 'poliamor' de un lu
gar a otro sea tan aceptado por la sociedad española. Resulta que la fidelidad es un valor a destacar, que a los españoles (y españolas, que diría un cursi progre) les parece que ser infiel no es algo deseable, que no es posible que alguien a quien se tiene por íntegro haya sido capaz de traicionar la confianza de su esposa (y de paso de millones de españoles que le tenían por padre y marido ejemplar) de esta manera... ¿Y si resulta que la ingeniería social de años de socialismo de 'derechas y de izquierdas' no ha conseguido cambiar los valores sobre los que se asienta la sociedad española? ¿Y si va a resultar que lo que todos queremos (aunque nos falte dar el paso de poner 'esfuerzo' -esa palabra tan fea y tan en desuso en la educación) es ser fieles, honestos, honrados, con sentido del honor? Lo mismo España no está perdida y, sin querer, Antonio Alcántara y Merche nos van a despertar del letargo...
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