Salvemos al soldado Mas... o mejor no

Ya pasó la Diada. Un año más, el victimismo catalanista (que no catalán) se nos ha presentado en todo su esplendor. Como es bien sabido, según la mitología nacionalista, el pueblo catalán fue libre durante siglos hasta que la llegada de los Borbones en 1714 hizo subyugar a los catalanes que perdieron así su destino eterno dentro de la opresora España. Porque Cataluña habría sido una especie de Venecia independiente, próspera y feliz, que dominaba el Mediterráneo mediante un comercio boyante. Y fue la ira y el haber apoyado al pretendiente de la Casa de los Austria lo que motivó que el 'malvado' Borbón acabase con esta Cataluña.
Pues no, todo eso es falso. Cataluña nunca fue independiente y la única vez que se 'fueron' con los franceses para formar la 'Marca Hispánica', volvieron al poco tiempo porque los franceses eran mucho peores que los 'malvados españoles'. Tampoco es cierto lo de 'Madrit ens roba', porque durante años y años se 'premió' con inversiones a Cataluña por ser zonas más industrializadas (como el País Vasco, por ejemplo) y aún hoy esto es así gracias al peso desmesurado que una ley electoral hecha con los pies le otorga en el Parlamento Nacional.
La situación hoy de Cataluña -y que quizá explica lo que sucede- es que tiene una deuda desmesurada, tiene problemas para pagar las nóminas de su elefantiásica administración regional y mendiga créditos y préstamos (vamos, más bien los exige) mientras que no puede hacer referencia a la herencia recibida por dos causas: una, que todo lo que se ha gastado ha sido para el proyecto común de 'construir la independencia de Cataluña' y dos, que el que más ha dilapidado ha sido su socio ERC. O sea, que a callar le toca a Artur Mas. Porque el objetivo de la independencia siempre ha estado ahí, siempre ha sido un objetivo de Convergencia desde los tiempos de Pujol. Otra cosa es que don Jordi era mucho más inteligente que su 'delfín' y marcó unos tiempos mucho más lentos aunque inexorables. Hoy el riesgo que tiene Mas es que ERC le coma el voto nacionalista y le relegue a ser tercera fuerza política por detrás de la propia ERC y del PSC. Y ahí es donde aparece Mariano Rajoy y su PP con la sucursal en Barcelona dirigida por esa 'demóstenes de la política' que es Alicia Sánchez Camacho.
Porque el PP ha renunciado (desde hace tiempo, desde que Aznar depuró a Alejo Vidal Quadras) a ser alternativa al nacionalismo en Cataluña. Se limita a 'moderar' al nacionalismo catalán de Convergencia, pero por lo visto con poco éxito. Y como no quiere presidir la Generalitat, y considera que ERC sería mucho peor (ya se sabe eso de 'más vale malo conocido...'), pues el objetivo de Rajoy es 'salvar al soldado Mas'. Y en eso están, y por eso ya se filtra que están hablando sobre dineros y transferencias para aplacar al 'tigre nacionalista' y que les aguante un rato más. Pero, a estas alturas de la película-mito del nacionalismo, ¿es posible domar al nacionalismo? ¿Daremos algún día por cerrado esta 'pesadez' monumental del agravio permanente como de 'doncella ofendida' del catalanismo? Pues creo que a ambas preguntas se responde que no. Son como los niños a los que no se les ha dicho nunca que no, que son caprichosos y cuando no se les hace caso, porque ya han superado el límite de lo admisible, lloran y patalean y te montan en 'numerito'. Hay que parar ya, decirles que no, que hasta aquí hemos llegado, que no vamos a gastar el pan de los hijos en comprar al niño caprichoso otra bicicleta porque ya no le gusta la que tiene (y que funciona bien). No, Mas, Junqueras, Pujol y demás viacatalanistas deben saber ya que esto se ha terminado y que si quieren irse de casa, pues muy bien, que se vayan, pero que devuelvan todo lo que les dimos y que sepan que no seremos como el padre del hijo pródigo (que esperaba su vuelta), no somos Dios Padre misericordioso: que se atengan a las consecuencias. Si tanto les gusta el modelo escocés, allí ha quedado claro que si abandonan el Reino Unido, nada de Europa, nada de inversión, nada de comercio con Europa y a ver con quién se relacionan... Resultado: menos del 25 de escoceses apoya el abandono de la Corona Birtánica. Las cosas claras.

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