¿Hay que regular el mercado financiero?
Esa parecer ser la gran cuestión desde que estalló la crisis financiera que padecemos. Muchos gurús de la cosa económica nos dicen que lo que pasa es que el sistema financiero está muy desrregulado y eso hace que los bancos hagan lo que les viene en gana, arruinándonos y haciendo que tengamos que rescatarles. Pero, ¿es esto cierto? Pues no, los datos no nos dicen esto.
El origen de la crisis financiera viene motivado por una expansión crediticia como no se conocía, debido a que los políticos a través de los Bancos Centrales (la FED y el BCE) impusieron una tipos de interés artificialmente bajos. Eso en la práctica supone regalar el dinero. Evidentemente, en esa orgía crediticia entraron los bancos (y en España las Cajas) de forma entusiástica: suponía negocio y más negocio. Pero era ficticio, se estaba prestando unas cantidades enormes a devolver en unos periodos de tiempo cada vez más largos, y se prestaba un dinero que no se tenía. ¿El resultado? Pues que el precio de las viviendas aumenta de forma exponencial debido a que la demanda aumenta de forma también brutal. Todo el mundo puede acceder al crédito, los bancos regalan los préstamos (¿cuántos de vosotros no habéis recibido llamadas del banco diciéndoos que os concedían un crédito que no habíais pedido? ¿Cuántas publicidades daban créditos 'sin nómina'?) pensando que como el precio de las viviendas seguirá creciendo al 10 ó al 12 por ciento anual, los créditos están suficientemente justificados... Pero no lo estaban, aunque los políticos pudieron así crear de forma artificial una sociedad de propietarios, riqueza por todos lados, ayuntamientos que gastaban porque los ingresos parecían infinitos gracias a la enajenación de suelo... Pero era un gigante con pies de barro.
Si el mercado hubiese regulado los tipos de interés, estos hubiesen estado ajustados a la realidad de la economía de los países y no al deseo de los políticos de simular un estado de cosas inexistente. Claro, si los políticos son los culpables, ahora no podemos dejar caer a los bancos (¿porqué no?) y se hace necesario que todos paguemos las ruinosas inversiones que hicieron en plena efusión de crédito (¿por qué tenemos que pagar un aeropuerto en Ciudad Real que ni hacía falta ni era rentable?). Los bancos españoles además prestaban un dinero que no tenían y que les proporcionaba el BCE a un tipo prácticamente cero (eso no cubre ¡ni el coste de emisión!) y claro, al final no han podido devolverlo... Y lo pagamos los contribuyentes.
Y de nuevo volvemos a ver cómo los políticos entran a modificar el mercado: si un banco está en quiebra, debe quebrar, de lo contrario, el enfermo termina contagiando a todo el sistema... que es lo que está sucediendo. El problema no es que haya poca regulación, sino que hay demasiada, los políticos influyen en el precio de las cosas, que no se regula según al oferta y la demanda, sino según el designio de los políticos (¿cuánta corrupción hay en esos procesos?). Pensemos en las viviendas oficiales o de precio tasado. Provocan un precio artificial de las viviendas, aumentando la oferta de forma artificial a un precio que los promotores privados no pueden ofrecer porque no tienen el respaldo de mis impuestos. Esas actuaciones distorsionan el normal funcionamiento del mercado y puede parecer que lo abaratan, pero realmente lo que hacen es diferir el pago: los políticos no van a pagar la factura, y eso lo estamos viendo.
El origen de la crisis financiera viene motivado por una expansión crediticia como no se conocía, debido a que los políticos a través de los Bancos Centrales (la FED y el BCE) impusieron una tipos de interés artificialmente bajos. Eso en la práctica supone regalar el dinero. Evidentemente, en esa orgía crediticia entraron los bancos (y en España las Cajas) de forma entusiástica: suponía negocio y más negocio. Pero era ficticio, se estaba prestando unas cantidades enormes a devolver en unos periodos de tiempo cada vez más largos, y se prestaba un dinero que no se tenía. ¿El resultado? Pues que el precio de las viviendas aumenta de forma exponencial debido a que la demanda aumenta de forma también brutal. Todo el mundo puede acceder al crédito, los bancos regalan los préstamos (¿cuántos de vosotros no habéis recibido llamadas del banco diciéndoos que os concedían un crédito que no habíais pedido? ¿Cuántas publicidades daban créditos 'sin nómina'?) pensando que como el precio de las viviendas seguirá creciendo al 10 ó al 12 por ciento anual, los créditos están suficientemente justificados... Pero no lo estaban, aunque los políticos pudieron así crear de forma artificial una sociedad de propietarios, riqueza por todos lados, ayuntamientos que gastaban porque los ingresos parecían infinitos gracias a la enajenación de suelo... Pero era un gigante con pies de barro.
Si el mercado hubiese regulado los tipos de interés, estos hubiesen estado ajustados a la realidad de la economía de los países y no al deseo de los políticos de simular un estado de cosas inexistente. Claro, si los políticos son los culpables, ahora no podemos dejar caer a los bancos (¿porqué no?) y se hace necesario que todos paguemos las ruinosas inversiones que hicieron en plena efusión de crédito (¿por qué tenemos que pagar un aeropuerto en Ciudad Real que ni hacía falta ni era rentable?). Los bancos españoles además prestaban un dinero que no tenían y que les proporcionaba el BCE a un tipo prácticamente cero (eso no cubre ¡ni el coste de emisión!) y claro, al final no han podido devolverlo... Y lo pagamos los contribuyentes.
Y de nuevo volvemos a ver cómo los políticos entran a modificar el mercado: si un banco está en quiebra, debe quebrar, de lo contrario, el enfermo termina contagiando a todo el sistema... que es lo que está sucediendo. El problema no es que haya poca regulación, sino que hay demasiada, los políticos influyen en el precio de las cosas, que no se regula según al oferta y la demanda, sino según el designio de los políticos (¿cuánta corrupción hay en esos procesos?). Pensemos en las viviendas oficiales o de precio tasado. Provocan un precio artificial de las viviendas, aumentando la oferta de forma artificial a un precio que los promotores privados no pueden ofrecer porque no tienen el respaldo de mis impuestos. Esas actuaciones distorsionan el normal funcionamiento del mercado y puede parecer que lo abaratan, pero realmente lo que hacen es diferir el pago: los políticos no van a pagar la factura, y eso lo estamos viendo.
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