Elegir sucesor...

Parece que el actual inquilino de La Moncloa ya ha decidido si se presenta o no a las elecciones. Como ya hiciera Aznar, el cesarismo es la norma y sólo el césar y alguno de sus íntimos lo conoce. ¡Qué importantes se creen los presidentes para decidir o no cuándo comunican a sus súbditos (los de dentro del partido ni eso, esos son simples bufones a sus órdenes) sus decisiones! ¡Qué importa que la Constitución diga que el funcionamiento de los partidos será democrático! Eso no rige para el emperadory sus acólitos. Ellos deciden si se presentan o no (¿a alguien se le ocurre pensar que ZP -o Mariano- digan que serán el candidato a la presidencia y que alguien -hombre, locos siempre hay- se les oponga? Pues aunque lo hubiera, no le dejarían presentarse), ellos deciden quiénes serán los cabezas de lista, ellos deciden qué se dice y cómo...

Ya que no van a ser estructuras democráticas los partidos y que el Tribunal Constitucional o el Supremo (eelgidos por esas mismas estructuras partidarias) no les van a obligar a ello, pediríamos a los ilustrísimos señores políticos que al menos tengan en cuenta a los gobernados y nos digan sí serán candidatos al menos cuando ya lo han decidido. Creo que los españoles tenemos derecho a saber si el señor Rodríguez Zapatero será el próximo líder de la oposición (o seguirá de presidente, difícil hoy, pero quizá factible mañana) o si bien ha decidido que sea otro compañero, qué mecanismos se ponen en marcha para ello dentro del socialismo español... Lo que no es de recibo es que la decisión se posponga a sus intereses y no al de los españoles, que sus propios compañeros no puedan concurrir en igualdad de oportunidades... ¿Es esto una democracia o más bien una dedocracia?

Se criticó mucho a Aznar por su manera de hacer las cosas (nombrar a Rajoy a dedo) pero parece que ahora vamos a ir por el mismo camino (¿cómo interpretar sino las loas de Bono a Rubalcaba?). Mientras, el césar ríe desde su tribuna, mientras sus marionetas se desplazan por el escenario de la política... Señores, no está la cosa como para jugar. ¡Los españoles, que les sufrimos y les pagamos el sueldo, nos merecemos algo más!

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