¿Democracia en los partido? Veamos Madrid, Valencia o Asturias...

Dice nuestra Constitución en el artículo 6 al referirse a los partidos políticos: Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos. Pero como ya nos suponíamos, las cúpulas de los partidos no van a permitir que se les escape el control de los candidatos. Las primarias están muy bien, aparentemente dan la impresión de que los militantes, como pasa en EEUU, podrán elegir a sus candidatos, pero ya estamos viendo que esto no será así. Y no es una cuestión de un partido u otro, en esto todas las cúpulas de los partidos se comportan como mafias que no permiten que se les escape quién será el candidato a cada lugar. ¿Ejemplos? Ahí van...

El PSOE nos vendía como el summun de la democracia el que hubiera primarias entre Trinidad Jiménez y Tomás, no digo más, Gómez. Pero ya era raro que uno de los candidatos fuera una ministra a la que Zapatero quería poner ahí, que el propio presidente tomara partido por ella, que pretendiera en una agria discusión obligar a Tomás a abandonar su pretensión de ser el candidato... Y eso se está viendo. Lo de los avales de Trini es rarito al menos pues consiguió dos mil en dos días... Pero el juego sucio no para ahí, hemos sabido que los militantes del PSM están recibiendo SMS (¿desde Ferraz?) en los que se afirma que Gómez sería el candidato de la derecha. (Aunque en eso tengo yo mis dudas: si hay un político al que detestan los madrileños es a Zapatero. Si este candidato no cuenta con el aval del presidente, lo mismo tiene más posibilidades entre los votantes indecisos que un títere del inquilino de La Moncloa). Todo vale en este juego sucio en que se ha convertido la lucha por ser candidato socialista en Madrid.

Hoy mismo tenemos el problema en Valencia con el PSPV en liza. Antoni Asunción, ex-ministro el Interior con González, pretende presentarse como candidato frente al aparatchik Jorge Alarte. ¿Y qué han hecho? Pues anularle a Asunción el número suficiente de avales para que su candidatura quede invalidada... O sea, que los militantes no podrán elegir.

Y en el PSOE organizan pucherazos varios, pero es que el PP es casi más de lo mismo. Allí no hay primarias (a ver si luego sale por ahí un verso suelto), y entonces se encarga el Comité electoral (o sea, el jefe del partido) de elegir a los candidatos. Y en Asturias el PP de Madrid quiere poner a Alvarez Cascos (pese a que a Mariano le da un yuyu que no veas, porque este sí es un peso pesado) pero el reicillo del Principado quiere ser él. Ya tenemos el lío servido. En lugar de dejar que sean los militantes del partido en Asturias quien decida cuál es el mejor candidato para ser su presidente (creo que saldría Cascos sin duda), aquí se impondrá el criterio de la testiculina (o el a bien quien tiene más c...). Por supuesto, el que el PP de Madrid pudiera elegir el candidato a alcalde de la capital ni se plantea... no sea que dejemos al faraón sin nada que hacer.

Cierto que las Primarias que instauró el PSOE en el año 1999 se veían como un soplo de aire fresco dentro del panorama desolador del despotismo de los partidos. Pero no lo hicieron en el PSOE como un deseo de democracia interna sino como operación de marketing político y así les fue. Como no salió el candidato deseado, pues fueron a por él. Los partidos en España son hoy ministerios más dentro de la estructura del Estado (como los sindicatos, por cierto) y así funcionan: se entra en ellos, se va ascendiendo por antigüedad y, lo mejor, es que cuanto más dócil, más posibilidades hay de triunfar. Esa docilidad viene del hecho de que muchos no tendrían cabida en un trabajo en la empresa privada (¿os imagináis a Bibiana o a Nacho Uriarte -por poner dos casos de ambos partidos- buscando empleo? ¿Quién les contratará si no es por sus enchufes políticos?) y así se comportan como en cualquier empresa: si no quieres perder el empleo, a lo que diga el jefe. Así, la calidad de nuestros políticos es cada vez más baja, nadie le discute al dios del partido (haciendo celebre la denominación de Benegas para González) sus decisiones, sólo buscan su asiento y los ciudadanos les importamos un rábano.

Por eso hay que controlar los candidatos, por eso hace falta avales para presentarse (lo que hace que sólo aquellos que controlan o pertenecen a la estructura puedan ser futuros candidatos, aunque si sale mal, siempre habrá un comité de garantías ad hoc para anular lo que haga falta y seguir controlando el proceso), por eso no se deja que cualquiera pueda dirigirse a los militantes para ser su candidato. Está el pan en ello, y con las cosas de comer no se juega. ¿Verdad, Leire?

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