Insistimos, ¿qué hacemos ahora,, señor juez?
Ya lo dijimos cuando salió al sentencia , el problema que iban a tener ahora estos padres era poder educar con la mínima eficacia a este niño. Porque el señor juez (y la Consejería que denunció a la madre, no lo olvidemos) decidió que la madre no podía dar una bofetada a su hijo si este no se sometía a la disciplina familiar. Claro, cuando a un niño le dices que su madre y su padre no van a poder ejercer la autoridad (con un pescozón llegado el caso, que aunque no es el medio educativo más óptimo, hay ocasiones en que puede ser imprescindible), pues ese niño se toma la decisión como lo que es: tengo derecho a hacer lo que me da la gana. Y eso es lo que, por desgracia, está pasando. Los padres, dos años después, piden a las autoridades que internen a su hijo porque, como era esperable, cada vez que la madre intenta que el ya adolescente obedezca, éste le desafía blandiendo la sentencia. La madre está desesperada y pide a la Consejería de Bienestar Social que interne a su hijo para logra...