Algunos Obispos y la COPE
Hay un refrán castellano que dice 'zapatero a tus zapatos', y aquí no me referiré al inquilino de La Moncloa. Este dicho hace referencia a que cada cual debe dedicarse a lo que sabe y conoce y no a meter las narices en asuntos de los que probablemente no entenderá nada. Así, que un lego en medicina intente enmendarle la plana a un doctor en Medicina no parece demasiado lógico, y así en cada caso. Aunque hay ciertas cosas sobre las que todo el mundo sabe: una es el fútbol, y cada español tiene un seleccionador dentro y la otra es guardia de tráfico, de forma que cualquiera de nosotros resolveríamos el problema de los atascos en Madrid en más o menos diez días... y no sabemos cómo tardan tanto estos inútiles. Pero esto es ya una disgresión del tema principal...
Aquí la cuestión es que algunos obispos han decidido dirigir una emisora de radio. Ninguno de ellos tiene ni pajolera idea de cómo se hace, y allí donde lo intentan, el fracaso suele ser mayúsculo (Radio Estel es un ejemplo). Esa es la razón por la cuál solían dejar en manos de otros las decisiones sobre comunicación, dirección empresarial, etc. referidas a los medios de titularidad eclesial. Porque aquí existen dos tipos de medios: aquellos que son propiamente eclesiales, como puede ser Radio María por ejemplo (en la que tengo el honor de colaborar), y otras, que manteniendo el espíritu cristiano, son medios generalistas, y compiten con otros en publicidad, medios, crítica política, etc. En el primer caso, es la propia Iglesia la que se hace responsable en sus Estatutos de lo que se emite (por esa razón no lleva publicidad entre otras cosas), pero en el segundo, el responsable es cada comunicador que responde ante los accionistas y los oyentes de lo que hace o dice.
En este segundo caso, mientras se respete el ideario de la cadena, no suele haber mucho problema. Es una emisora más, donde engarzados entre los programas de opinión e información política y deportiva, cohabitan programas de información socio-religiosa... Ambos tipos de programas cohabitan sin problemas, los profesionales de los primeros, como no puede ser de otra manera en un lugar donde es lema es la verdad os hará libres, tienen libertad para opinar lo que deseen sobre las cosas más mundanas. Y así fue durante muchos años en el medio que nos ocupa, la COPE. Desde 1992 con el desembarco de los huidos del antenicidio (la compra de la primera emisora de radio -Antena 3- por el segundo -la SER- en una de las muestras más descaradas de la falta de libertad de competencia que se han vivido) en la COPE, se consolidaba un alternativa al monopolio de la izquierda en los medios de comunicación. La muerte del líder de ese grupo -Antonio Herrero- en un desgraciado accidente en la mar, provocó una época de cierta incertidumbre, pero de la que finalmente la COPE salió. Siempre ha habido quienes han intentado modular el discurso de la COPE para hacerlo más evangélico. Se trataría, según algunos, en no herir a ciertos sectores influyentes del poder. En España este mensaje tiene su más alto grado de concreción en Cataluña y el País Vasco. Allí, la democracia no ha existido nunca, el poder político nacionalista todo lo ocupa, incluyendo las sedes apostólicas (no hacer falta recordar a los chicos descarriados de Setién), y las prebendas a recibir en forma de permisos, subvenciones, etc. hace que la oposición no sea precisamente uno de los fuertes de la barca de Pedro.
¿Por qué hago esta disgresión? Pues porque el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, se ha jactado ante TV3 (muy católica esta cadena estatal catalana) de ser uno de los artífices de la caída de César Vidal y, sobre todo, Federico Jiménez Losantos. No parece que la misión de un cardenal sea poner y quitar directores de programas, pero parece ser que esta ha sido la causa de la salida de lso comunicadores de la COPE:
¿Cuál es la contradicción, señor Cardenal? Al menos en el caso de La Linterna (cuando dice programas será más de uno, y sólo salen dos), el señor César Vidal defiende los valores cristianos con bastante rigor intelectual (vamos, un sabio defendiendo la fe, ¿le perece poco?). En el caso de La Mañana, hablamos de que en la tertulia política (quizá la que más preocupa a los obispos) hay gente de lo más variada: desde democristianos, pasando por centro-izquierda, liberales (la gran mayoría)... Lo que ocurre es que en ninguna de ellas hay un solo nacionalista catalán o vasco. Es más, el nacionalismo se ataca con ferocidad. ¿Es quizá esto lo que ha molestado a su eminencia? Ya hemos escrito aquí, que los ataques despiadados al PP de Mariano no les habían hecho bien ni a Federico ni a César (aunque este mucho más moderado en sus críticas), aunque no han sido la causa última. Lo que ocurre es que se han juntado aquellos que creen que con el PP vivíamos mejor (Cañizares) con aquellos que deben quedar bien con nacionalismo por creencia o por conveniencia (Martínez Sistach, Uriarte). Como ya dijimos, demasiados frentes abiertos.
Otra cuestión es si deben los obispos meterse en las decisiones empresariales o si bien deben dejarlas en manos de los laicos. Aquí mi opinión es clara: 'zapatero a tus zapatos'. Los eclesiásticos pueden y deben marcar la doctrina de la Iglesia, la moralidad o no de los actos, pero la dirección de un medio de comunicación (o de .las obras de caridad, leamos para ello los Hechos de los Apóstoles y la elección de los diáconos como Bernabé) debe quedar en manos de los fieles laicos... De hecho, creo que una de las decisiones más acertadas de Juan Pablo II fue elegir a un periodista profesional y laico como responsable de comunicación... Veremos a ver cuál es el futuro de la COPE, ya que España y la Iglesia en España necesita un medio de comunicación fuerte que ayude a recuperar los valores propios de la Europa cristiana (que no quiere decir que todos sean cristianos).
Aquí la cuestión es que algunos obispos han decidido dirigir una emisora de radio. Ninguno de ellos tiene ni pajolera idea de cómo se hace, y allí donde lo intentan, el fracaso suele ser mayúsculo (Radio Estel es un ejemplo). Esa es la razón por la cuál solían dejar en manos de otros las decisiones sobre comunicación, dirección empresarial, etc. referidas a los medios de titularidad eclesial. Porque aquí existen dos tipos de medios: aquellos que son propiamente eclesiales, como puede ser Radio María por ejemplo (en la que tengo el honor de colaborar), y otras, que manteniendo el espíritu cristiano, son medios generalistas, y compiten con otros en publicidad, medios, crítica política, etc. En el primer caso, es la propia Iglesia la que se hace responsable en sus Estatutos de lo que se emite (por esa razón no lleva publicidad entre otras cosas), pero en el segundo, el responsable es cada comunicador que responde ante los accionistas y los oyentes de lo que hace o dice.
En este segundo caso, mientras se respete el ideario de la cadena, no suele haber mucho problema. Es una emisora más, donde engarzados entre los programas de opinión e información política y deportiva, cohabitan programas de información socio-religiosa... Ambos tipos de programas cohabitan sin problemas, los profesionales de los primeros, como no puede ser de otra manera en un lugar donde es lema es la verdad os hará libres, tienen libertad para opinar lo que deseen sobre las cosas más mundanas. Y así fue durante muchos años en el medio que nos ocupa, la COPE. Desde 1992 con el desembarco de los huidos del antenicidio (la compra de la primera emisora de radio -Antena 3- por el segundo -la SER- en una de las muestras más descaradas de la falta de libertad de competencia que se han vivido) en la COPE, se consolidaba un alternativa al monopolio de la izquierda en los medios de comunicación. La muerte del líder de ese grupo -Antonio Herrero- en un desgraciado accidente en la mar, provocó una época de cierta incertidumbre, pero de la que finalmente la COPE salió. Siempre ha habido quienes han intentado modular el discurso de la COPE para hacerlo más evangélico. Se trataría, según algunos, en no herir a ciertos sectores influyentes del poder. En España este mensaje tiene su más alto grado de concreción en Cataluña y el País Vasco. Allí, la democracia no ha existido nunca, el poder político nacionalista todo lo ocupa, incluyendo las sedes apostólicas (no hacer falta recordar a los chicos descarriados de Setién), y las prebendas a recibir en forma de permisos, subvenciones, etc. hace que la oposición no sea precisamente uno de los fuertes de la barca de Pedro.
¿Por qué hago esta disgresión? Pues porque el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, se ha jactado ante TV3 (muy católica esta cadena estatal catalana) de ser uno de los artífices de la caída de César Vidal y, sobre todo, Federico Jiménez Losantos. No parece que la misión de un cardenal sea poner y quitar directores de programas, pero parece ser que esta ha sido la causa de la salida de lso comunicadores de la COPE:
Se ha llegado a una solución buena, deseada, quizás un poco tarde, pero ha llegado. Ahora deseamos también que los nuevos lo hagan bien, siguiendo siempre el ideario de la Cope. Nosotros tenemos un ideario muy bonito que se estaba vulnerando en algunos programas concretos, y eso no nos hacía bien, porque es una emisora que depende de los obispos y hay una contradicción entre lo que nosotros predicamos y lo que se hace.
¿Cuál es la contradicción, señor Cardenal? Al menos en el caso de La Linterna (cuando dice programas será más de uno, y sólo salen dos), el señor César Vidal defiende los valores cristianos con bastante rigor intelectual (vamos, un sabio defendiendo la fe, ¿le perece poco?). En el caso de La Mañana, hablamos de que en la tertulia política (quizá la que más preocupa a los obispos) hay gente de lo más variada: desde democristianos, pasando por centro-izquierda, liberales (la gran mayoría)... Lo que ocurre es que en ninguna de ellas hay un solo nacionalista catalán o vasco. Es más, el nacionalismo se ataca con ferocidad. ¿Es quizá esto lo que ha molestado a su eminencia? Ya hemos escrito aquí, que los ataques despiadados al PP de Mariano no les habían hecho bien ni a Federico ni a César (aunque este mucho más moderado en sus críticas), aunque no han sido la causa última. Lo que ocurre es que se han juntado aquellos que creen que con el PP vivíamos mejor (Cañizares) con aquellos que deben quedar bien con nacionalismo por creencia o por conveniencia (Martínez Sistach, Uriarte). Como ya dijimos, demasiados frentes abiertos.
Otra cuestión es si deben los obispos meterse en las decisiones empresariales o si bien deben dejarlas en manos de los laicos. Aquí mi opinión es clara: 'zapatero a tus zapatos'. Los eclesiásticos pueden y deben marcar la doctrina de la Iglesia, la moralidad o no de los actos, pero la dirección de un medio de comunicación (o de .las obras de caridad, leamos para ello los Hechos de los Apóstoles y la elección de los diáconos como Bernabé) debe quedar en manos de los fieles laicos... De hecho, creo que una de las decisiones más acertadas de Juan Pablo II fue elegir a un periodista profesional y laico como responsable de comunicación... Veremos a ver cuál es el futuro de la COPE, ya que España y la Iglesia en España necesita un medio de comunicación fuerte que ayude a recuperar los valores propios de la Europa cristiana (que no quiere decir que todos sean cristianos).
Comentarios
Una vez más, estamos ante un episodio claramente ofensivo contra la institución católica al copiar uno de sus actos, como ya sucedió con el "bautismo" civil, con la excepción que estas celebraciones 'laicas' corren a cargo del dinero público.
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