Fesser y Camino o la vileza hecha película
Uno llevaba unos días resistiéndose a comentar el último bodrio hispano (las buenas películas españolas se cuentan con los dedos de una mano) que ha perpetrado Javier Fesser y que responde al nombre de Camino. Ya el título apunta claramente cuál es el sentido de su película: coincide con el nombre de la obra más conocida de San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei. Y de hecho, todo el objetivo de la película es difamar a las personas que pertenecen al Opus Dei. La historia que cuenta está basada (aunque no se parezca a la realidad en nada) en la vida de Alexia González-Barros, una niña de catorce años que murió tras padecer una dolorosísima enfermedad que puso a prueba su cuerpo y su espíritu, así como el de sus padres.
Alexia era la pequeña de una familia de siete hermanos (de los cuales dos ya había fallecido), por lo que muchos podrán imaginarse el sufrimiento de todos los que forman parte de ella al descubrir que padece un tumor maligno y que su esperanza de vida será de pocos meses. Sus padres, profundos creyentes y miembros del Opus Dei, ponen todos los medios humanos que tienen a su alcance para salvar la vida de su hija. Esos medios implican en muchos casos grandes sufrimientos para Alexia y para los que la acompañaban, fundamentalmente sus padres: una quimioterapia dolorosa, la postración en cama, operación tras operación... para al final ser más fuerte la enfermedad que su pequeño cuerpo y llevándosela a la tumba.
Alexia encontró consuelo en su fe, que había aprendido de sus padres. Sintió la enfermedad como una oportunidad de acompañar a Jesucristo en los sufrimientos del Calvario. Y así, no permitió que la enfermedad y el dolor le quitara la sonrisa. Los testimonios de aquellos que la conocieron (muchos de ellos no creyentes e incluso enemigos de la misma fe) no dejan lugar a dudas: Alexia daba ejemplo de cómo vivir una enfermedad, se tuviera fe o no. Y junto a ella, como haría cualquier mujer en su lugar, estaba siempre su madre, que tuvo que sufrir la pérdida de tres hijos (dos antes que Alexia y a la misma niña). Todos los que somos padres sabemos que la pérdida de un hijo es el mayor desgarro que puede sufrir nuestro corazón. Los que lo han pasado afirman que hubieran preferido mil veces morir ellos entre enormes sufrimientos que ver la muerte de sus hijos. Y Moncha, su madre, lo sufrió hasta tres veces.
Cuando vemos a personas que tienen la grandeza de ánimo de padecer una enfermedad o la muerte de un ser querido con entereza, les admiramos. Muchos no tienen fe, pero aceptan la muerte con nobleza y muchos la entregan por causas de lo más curiosas. Muchas nobles, otras no tanto. Pero siempre admiramos a quien así afronta la muerte. Se contaba durante las guerras contra Napoleón que los franceses admiraban en el noble pueblo español el cómo afrontaban la muerte por su país. Y luchaban uno enfrente del otro, se jugaban la vida y sabían que el otro no dudaría en matarle si se encontraran de nuevo en el campo de batalla, pero reconocían el valor y la entereza de los españoles y de sus familias.
Javier Fesser tiene mucha menos calidad humana que los soldados franceses del XIX.Así, pese a que las razones que llevaran a Alexia a sufrir heroicamente la enfermedad no sean del agrado de Javier Fesser, pero desde luego, son dignas de respeto. Eso es lo que Fesser no tiene...
Alexia era la pequeña de una familia de siete hermanos (de los cuales dos ya había fallecido), por lo que muchos podrán imaginarse el sufrimiento de todos los que forman parte de ella al descubrir que padece un tumor maligno y que su esperanza de vida será de pocos meses. Sus padres, profundos creyentes y miembros del Opus Dei, ponen todos los medios humanos que tienen a su alcance para salvar la vida de su hija. Esos medios implican en muchos casos grandes sufrimientos para Alexia y para los que la acompañaban, fundamentalmente sus padres: una quimioterapia dolorosa, la postración en cama, operación tras operación... para al final ser más fuerte la enfermedad que su pequeño cuerpo y llevándosela a la tumba.
Alexia encontró consuelo en su fe, que había aprendido de sus padres. Sintió la enfermedad como una oportunidad de acompañar a Jesucristo en los sufrimientos del Calvario. Y así, no permitió que la enfermedad y el dolor le quitara la sonrisa. Los testimonios de aquellos que la conocieron (muchos de ellos no creyentes e incluso enemigos de la misma fe) no dejan lugar a dudas: Alexia daba ejemplo de cómo vivir una enfermedad, se tuviera fe o no. Y junto a ella, como haría cualquier mujer en su lugar, estaba siempre su madre, que tuvo que sufrir la pérdida de tres hijos (dos antes que Alexia y a la misma niña). Todos los que somos padres sabemos que la pérdida de un hijo es el mayor desgarro que puede sufrir nuestro corazón. Los que lo han pasado afirman que hubieran preferido mil veces morir ellos entre enormes sufrimientos que ver la muerte de sus hijos. Y Moncha, su madre, lo sufrió hasta tres veces.
Cuando vemos a personas que tienen la grandeza de ánimo de padecer una enfermedad o la muerte de un ser querido con entereza, les admiramos. Muchos no tienen fe, pero aceptan la muerte con nobleza y muchos la entregan por causas de lo más curiosas. Muchas nobles, otras no tanto. Pero siempre admiramos a quien así afronta la muerte. Se contaba durante las guerras contra Napoleón que los franceses admiraban en el noble pueblo español el cómo afrontaban la muerte por su país. Y luchaban uno enfrente del otro, se jugaban la vida y sabían que el otro no dudaría en matarle si se encontraran de nuevo en el campo de batalla, pero reconocían el valor y la entereza de los españoles y de sus familias.
Javier Fesser tiene mucha menos calidad humana que los soldados franceses del XIX.Así, pese a que las razones que llevaran a Alexia a sufrir heroicamente la enfermedad no sean del agrado de Javier Fesser, pero desde luego, son dignas de respeto. Eso es lo que Fesser no tiene...
Comentarios
Cometí el error de ir a ver Camino, lo cual sólo me hizo pasar un mal rato con una película larga, lenta y sangrienta. Estoy de acuerdo con los críticos: el tema se aborda lentamente y la película resulta como una patada en el estómago. Tuve que irme al cabo de dos horas de película... y todavía le quedaba lo peor, según me han contado.
La película ya está en la red para descargar. Os recomiendo que os la bajéis y gastéis ese dinero en unas buenas copas, en lugar de pasar un mal rato en el cine.
Después de las broncas que ha armado con la familia de la niña, a la que maltrata en la película con verdadera mala leche, este fin de semana -qué casualidad, hombre, precisamente este fin de semana, tan decisivo económicamente para su película- escribe una carta al opus, en plan mártir, metiéndose todavía más con los hermanos, con el deseo de llamar la atención de la prensa y de los foros, y de acaparar más titulares.
Dice que lo suyo no tiene nada de frivolidad y estoy de acuerdo: sabe como se gana la pasta -es de los más taquilleros del cine español- y conoce los viejos trucos, que tan eficaces son: ofendes a una familia, creas la polémica, te contestan, se habla de ti, te haces el mártir y el personal paga los euritos para ver tu peli, que es lo que te interesa.
Yo he visto la película, y me pregunto: ¿no podían dejar que los espectadores sacásemos nuestras propias conclusiones, sin tanta publicidad encubierta y sin tanta polémica inducida?
¡Lo que tienen que trabajar algunos directores de cine para conseguir que el personal hable de ellos y vaya a ver sus pelis!
Pero que no se nos olvide, que es parte de una "agenda secreta", Pro Eutanasia!! Pobre Alexia, hubiera sido mejor darle una inyeccion del Dr Montes, al igual que a todos los viejos que ya no sirven para cuidar de nuestros hijos y hacernos la comida!!! La mentalidad actual!! La de la gente "progrezizta"
Os resulta extrano?
Gonzalo