¿Iglesia de Dios o iglesita vasca?
Cuando uno vio la imagen de la contramanifestación organizada por el Obispado de Bilbao (que dirige, creeemos, Monseñor Blázquez), y teniendo en cuenta las creencias de uno, pues uno se resiste a comentarlo. A fin de cuentas para un cristiano la Iglesia es Madre y a nadie le gusta ver a su madre en esta tesitura. Pero es así: convocar una manifestación por la 'paz' cuando hay una el mismo día por la derrota del terrorismo es al menos... raro. Se ha excusado Monseñor Blázquez diciendo que estaba convocada antes del atentado de la T-4. ¡ Pues razón de más para cambiar ahora ! Quizá el día 29 de diciembre habría razones para 'moverse por la paz' (aunque ETA siguiera extorsionando, la 'kale borroka' a tope, el Gobierno mintiendo como un bellaco y de rodillas), pero a partir del día 30, después de que ETA saque un comunicado en el que inventa el concepto de 'alto el fuego permanente intermintente según me vaya', entonces, Eminencia, ya no hay razón para hablar de paz. ETA no quiere la paz, quiere vencer y no podemos dejarle vencer, por dignidad, por respeto a las víctimas.
Sabemos que es dificil lidiar con una diócesis en la que el clero ha olvidado las palabras de San Pablo ('ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, sino una sola raza, la de los hijos de Dios'), en la que muchos que se dicen cristianos son primero 'vascos' y luego cristianos, en la que hermanos suyos sacerdotes que trabajan en otros lugares de España son tachados de 'traidores' por sus hermanos vascos en el sacerdocio por 'servir al enemigo'. Es dificil, don Ricardo, pero hay que hacerlo, hay que tener las palabras del Concilio y que repetía el siervo de Dios Juan Pablo II: 'no podemos invocar a Dios Padre de todos, si nos negamos a comportarnos como hermanos con algunos de los hombres que son creados a imagen de Dios... Por consiguiente, la Iglesia condena, como contraria a la voluntad de Cristo, todo tipo de discriminación entre los hombres o de persecución perpetrada por motivos de raza, de color o de condición social o de religión'. Y puede costarle la vida, y puede costar el escándalo de los 'fariseos' que se sorprendían de que Cristo curase a extranjeros.
La Iglesia vasca no ha tenido los 'bemoles' de enfrentarse a un nacionalismo que ha encontrado en las sacristías y conventos comprensión olvidando las palabras de Cristo y poniendo en su lugar al psicópata racista de Sabino Arana. Cierto que en su discurso pidió la disolución de ETA, que se pida perdón a las víctimas, pero quedó en el aire un lema ambiguo: 'muévete por la paz'. Don Ricardo, un cristiano se mueve por la libertad, esa libertad que nos ha ganado Cristo en la Cruz y que no nos puede quitar nadie. La paz... es consecuencia de la lucha, no de la rendición. Yo quiero la paz, pero quiero la paz con libertad, sino seguiré luchando, porque paz también hubieran tenido los cristianos de Roma si hubiesen cedido ante el Emperador, y ellos decidieron morir por su libertad para expresar su fe. Algunos santos han entregado su vida por la libertad de otros (San Maximiliano María Kolbe, por ejemplo), ¿tiene la Iglesia vasca Maximilianos hoy que entreguen su vida por los perseguidos por el nacionalismo?
Sabemos que es dificil lidiar con una diócesis en la que el clero ha olvidado las palabras de San Pablo ('ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, sino una sola raza, la de los hijos de Dios'), en la que muchos que se dicen cristianos son primero 'vascos' y luego cristianos, en la que hermanos suyos sacerdotes que trabajan en otros lugares de España son tachados de 'traidores' por sus hermanos vascos en el sacerdocio por 'servir al enemigo'. Es dificil, don Ricardo, pero hay que hacerlo, hay que tener las palabras del Concilio y que repetía el siervo de Dios Juan Pablo II: 'no podemos invocar a Dios Padre de todos, si nos negamos a comportarnos como hermanos con algunos de los hombres que son creados a imagen de Dios... Por consiguiente, la Iglesia condena, como contraria a la voluntad de Cristo, todo tipo de discriminación entre los hombres o de persecución perpetrada por motivos de raza, de color o de condición social o de religión'. Y puede costarle la vida, y puede costar el escándalo de los 'fariseos' que se sorprendían de que Cristo curase a extranjeros.
La Iglesia vasca no ha tenido los 'bemoles' de enfrentarse a un nacionalismo que ha encontrado en las sacristías y conventos comprensión olvidando las palabras de Cristo y poniendo en su lugar al psicópata racista de Sabino Arana. Cierto que en su discurso pidió la disolución de ETA, que se pida perdón a las víctimas, pero quedó en el aire un lema ambiguo: 'muévete por la paz'. Don Ricardo, un cristiano se mueve por la libertad, esa libertad que nos ha ganado Cristo en la Cruz y que no nos puede quitar nadie. La paz... es consecuencia de la lucha, no de la rendición. Yo quiero la paz, pero quiero la paz con libertad, sino seguiré luchando, porque paz también hubieran tenido los cristianos de Roma si hubiesen cedido ante el Emperador, y ellos decidieron morir por su libertad para expresar su fe. Algunos santos han entregado su vida por la libertad de otros (San Maximiliano María Kolbe, por ejemplo), ¿tiene la Iglesia vasca Maximilianos hoy que entreguen su vida por los perseguidos por el nacionalismo?
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