El divorcio causa más males que la obesidad
Uno suele aprovechar los fines de semana para leer esos artículos más intemporales, más de fondo que siempre ayudan a formar una opinión y una visión de las cosas. Pues bien, estuve leyendo un artículo de Aceprensa comentando un artículo del The Times. El artículo lo firma Daniel Finkelstein, quien se pregunta por la diferente reacción del Estado y los Gobiernos ante dos problemas que en todos los informes aparecen como los más graves para el bienestar de los niños: la ruptura familiar y la obesidad. Mientras que en el caso de la obesidad el Estado se cree en la obligación de decirnos lo que deben y no deben comer nuestros hijos, en el caso de la ruptura familiar se afirma que es poco lo que se puede hacer e incluso que es mejor no hacer nada ( o favorecer la ruptura como en el caso español con el divorcio express).
Curiosamente, los estudios más serios afirman exactamente lo contrario: la influencia de la publicidad en la dieta es muy escasa, y no es ésta la causante de la obesidad sino más bien la falta de ejercicio y el sedentarismo. Por el contrario, la experiencia de los EEUU demuestra que las reformas de la asistencia social pensadas para favorecer a las familias con padre y madre y los programas de educación para los matrimonios funcionan evitando las rupturas de la familia.
¿Por qué, nos preguntamos, sobre uno de los asuntos nos inhibimos, mientras que con el otro hacemos grandes campañas y nos rasgamos las vestiduras? No podemos sino estar de acuerdo con Finkelstein: 'en la obesidad se puede echar la culpa a otros. Podemos fingir que los obesos y sus hijos son simples víctimas. Los culpables son las grandes empresas de alimentación, que se esconden tras las esquinas para repartir batidos a niños indefensos' mientras que en el caso del matrimonio(u otra forma de convivencia) que se rompe, el culpable siempre es uno mismo. No es posible culpar a nadie de nuestros fracasos.
Ahora bien, es posible cambiar la tendencia: 'Si los que hacen campaña contra la obesidad desplegaran tanta energía en una campaña a favor del matrimonio y de la familia como la que dedican a su cruzada contra la sal y las patatas fritas, el mundo iría mejor'.
Curiosamente, los estudios más serios afirman exactamente lo contrario: la influencia de la publicidad en la dieta es muy escasa, y no es ésta la causante de la obesidad sino más bien la falta de ejercicio y el sedentarismo. Por el contrario, la experiencia de los EEUU demuestra que las reformas de la asistencia social pensadas para favorecer a las familias con padre y madre y los programas de educación para los matrimonios funcionan evitando las rupturas de la familia.
¿Por qué, nos preguntamos, sobre uno de los asuntos nos inhibimos, mientras que con el otro hacemos grandes campañas y nos rasgamos las vestiduras? No podemos sino estar de acuerdo con Finkelstein: 'en la obesidad se puede echar la culpa a otros. Podemos fingir que los obesos y sus hijos son simples víctimas. Los culpables son las grandes empresas de alimentación, que se esconden tras las esquinas para repartir batidos a niños indefensos' mientras que en el caso del matrimonio(u otra forma de convivencia) que se rompe, el culpable siempre es uno mismo. No es posible culpar a nadie de nuestros fracasos.
Ahora bien, es posible cambiar la tendencia: 'Si los que hacen campaña contra la obesidad desplegaran tanta energía en una campaña a favor del matrimonio y de la familia como la que dedican a su cruzada contra la sal y las patatas fritas, el mundo iría mejor'.
Comentarios