Monseñor Sebastián y la Pastoral (y II)
Hoy comentamos algún que otro asunto más. Como por ejemplo, ante las críticas que desde los sectores más laicistas (como el que acaba de publicar un manifiesto tergiversando la Constitución y afirmando que ésta es laicista) se hace al reciente acuerdo de financiación. Copiamos de Monseñor Sebastian el sentido de la libertad religiosa, que si no va acompañada de los medios que la hagan efectiva, es papel mojado:
El Estado tiene la obligación de facilitar a los católicos el ejercicio de su libertad religiosa, disponiendo de templos donde practicar su religión, de colegios donde educar católicamente a los hijos. Y a los protestantes, los musulmanes o los agnósticos, aquéllos que quieran o no profesar una religión determinada. El Estado no subvenciona a la Iglesia, subvenciona el ejercicio de las libertades de los ciudadanos, dentro de las cuales está la libertad religiosa.
Y es que esa es la clave de la cuestión de la libertad religiosa que consagra nuestra Constitución (si el masón que ocupa la Moncloa quiere cambiarlo, tiene el recurso a la reforma constitucional, pero de tapadillo es poco serio): cualquier libertad que se reconoce debe ser apoyada para su efectivo ejercicio. Es lo mismo que la libertad de educación, si después los padres con menos recursos no pueden elegir eficientemente el colegio que quieren para sus hijos, ya que son de pago por no existir los conciertos educativos (como propone Simancas, por ejemplo), sólo los ricos podrían ejercer un derecho fundamental como es la libertad de educación. Por tanto, el Estado no subvenciona a la Iglesia, no subvenciona los colegios de la Iglesia, sino que subvenciona el ejercicio de la libertad religiosa o el derecho de los padres a la educación.
La Iglesia hoy se mantiene de sus fieles más que los partidos, que los sindicatos o que cualquier otra asociación, que reciben cantidades ingentes de dinero.
De hecho ya han surgido movimientos que piden que los partidos políticos se subvencionen sólo con las aportaciones de sus militantes, del mismo modo que ha hecho la Iglesia. Si existe la libertad ideológica y existe la libertad religiosa, ambos deben financiarse del mismo modo, según sus 'militantes', y en España, más del 80% de la población se declara católica, amén de las diversas acciones sociales que realiza que el Estado no podría asumir si tuviera que pagarlas (la experiencia de la II República es más que evidente).
¿Qué mal tiene la religión para que vayamos con tanto regateo? ¿A quién estamos ofendiendo por que los padres reciban educación católica? Los católicos, en el período democrático, nunca hemos querido imponer enseñanza católica a los no católicos. Es hora de plantear las cosas con cierta dureza, y reclamar el reconocimiento de los derechos civiles de los católicos, en igualdad de circunstancias.
De nuevo Monseñor Sebastián da en el clavo. Cuando el marido de Sonsoles afirma que 'nadie puede querer que la religión sea obligatoria', miente como un bellaco. Nadie ha solicitado que todos los niños reciban educación católica, pero sí que no se la margine a aquellos que la soliciitamos para nuestros hijos. Y eso es lo que ha hecho este partido laicista en que se ha convertido con la dirección del masón Rodríguez. Lo que pedimos es los mismos derechos que el resto de ciudadanos y poder educar a nuestros hijos según nuestros principios y que el Estado no los adoctrine (no es su misión) y que no entorpezca nuestra labor. El Estado debe garantizar la instrucción, que de la educación ya me ocuparé yo para mis hijos y cada uno de los suyos. Sólo queremos libertad, palabra que desconoce ZP, él prefiere 'paz', pero la paz sin libertad es un
cementerio.
Siguiendo con la libertad, habla de la COPE. Hay cosas que no le gustan, pero explica que esto no quiere decir que no se respete la libertad de los comunicadores. La COPE no es la Conferencia Episcopal, aunque sea su accionista mayoritario: Tenemos que comprender que en una empresa mediática hay una serie de condicionantes, y hay que respetar el protagonismo y la libertad de unas personas. Incluso dentro de la COPE hay variedades, pero ninguno de los programas ni de las personas se pueden considerar ni ser considerados por nadie portavoces de la Conferencia Episcopal. Ellos entran en el debate político mucho más de lo que nosotros podemos entrar.
Luego entra en otras harinas políticas como es la cuestión del terrorismo: 'Definimos el terrorismo como la voluntad de imponer sus planteamientos por la amenaza de la violencia, por lo que es intrínsecamente inmoral. No se puede colaborar de ninguna manera con el terrorismo, que es una estrategia de asesinato, ni se le puede conceder la legitimación como un procedimiento político. Nos parece razonable y justo que el Gobierno quiera tener un contacto con ETA, pero ciñéndose a hablar sólo de los requisitos para su disolución. El Gobierno no puede reconocer a ETA la calidad de interlocutor político'. ¡Chapó de nuevo! Y esto lo dice el Obispo de Pamplona (muy afectada por este 'apaño' de ZP con la ETA). No se puede reconocer a ETA (y Batasuna es ETA según los tribunales) ninguna legitimidad política. Eso es inmoral, que el mucho peor que ilegal, ya que las leyes se pueden cambiar, pero la moralidad y la decencia, no.
A los nacionalistas les pone en su sitio: 'el bien común de los españoles, durante más de 20 siglos, surgió de la romanización y el Cristianismo, con los que se inicia un proceso de acercamiento histórico, progresivo, que ha hecho un único pueblo, la nación española. Esto es un bien que no nos puede quitar nadie. Hoy no hay pueblos puros, no hay RH. En la misma escalera, viven muchos, y son tan vascos o tan andaluces como los otros. Pensar que en España hay diversos pueblos tan puros y tan distintos como los había en el siglo II antes de Cristo es vivir en la Luna, no es verdad' pero les reonoce el derecho a opinar lo que les plazca, eso sí, con un respeto a las reglas: 'para modificar la unidad política de España, tenemos que ser consultados todos los afectados, directa o indirectamente. Para un caso de secesión, no basta que haya mayoría en la región cuestionada: tiene que haber mayoría en toda España. Eliminar esto recurriendo al engaño, al falseamiento de la historia, al victimismo o la violencia, no es una política justa. Y finalmente, cumpliendo estos requisitos de orden moral, que no político, la Iglesia no tiene nada que decir. Si un día en España se quiere más centralismo, más autonomismo, hasta más federalismo o confederalismo, o lo que se quiera, la Iglesia no tiene nada que oponer.'
Como siempre, en los temas temporales, la Iglesia nada que decir, pero pasar por encima de los derechos de las personas, eso lo denunció Cristo con los fariseos y lo hace la Iglesia hoy. ¡Durán! ¿Has leído ya el documento? Lo digo porque estos católicos 'oficiales' luego se olvidan de lo que dicen sus obispos...
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