Monseñor Sebastián y la Pastoral (I)
'ORIENTACIONES MORALES ANTE LA SITUACIÓN ACTUAL DE ESPAÑA' y en esta entrevista glosa algunos aspectos interesantes. Comentemos:
-En los últimos días, hemos visto cómo el Gobierno plantea de nuevo el debate sobre el uso de símbolos religiosos. ¿Es un asunto de su competencia?
Que sean lógicos y supriman las fiestas; y el día de Navidad, todo el mundo a trabajar. Eso es traicionar las raíces espirituales, religiosas y culturales de nuestra sociedad. Y lo que me temo es que, con el truco de la discusión en torno al velo de las mujeres musulmanas, apliquen el «laicismo para todos»: las niñas musulmanas no llevan velo y las católicas no llevan la medalla de la Virgen María.
A este Gobierno que presume de tolerancia, le importa un bledo el velo, en lo que está es en la expulsión de todo lo que suene a católico. Aprovecharán que existe un rechazo general al velo para prohibir el crucifijo. Aunque Monseñor Sebastián no lo diga, además hay diferencias entre un ejemplo y otro: el velo supone una sumisión al hombre, mientras el crucifijo o la medalla sólo es una muestra de fe.
El Papa quiere honestamente plantear el diálogo cristianismo-islamismo de verdad. Y para ello hay que poner sobre la mesa los problemas reales. En el islam habrá tendencias más cultas, pero también existe una amenaza de la imposición de una interpretación fanática de la religión. Los dirigentes espirituales del islam tienen que desautorizar todas las manifestaciones violentas.
Esto ya lo hemos comentado varias veces. Si existe un Islam moderado, debe aparecer y condenar toda la violencia que se ejerce en nombre de Allah. En caso contrario deberemos creer que todo el Islam es violento. La pelota está en el tejado muslim, de ellos, y sólo de ellos, depende.
El islam podrá descubrir una actitud diferente de la religión respecto de la cultura, y quizá nosotros podemos aprender algo del islam, como por ejemplo la seriedad en sus convicciones.
Y es que esa es la fuerza del Islam. Mientras Europa ha abandonado sus raíces, ellos se muestran seguros de las suyas. No se trata de ser todos cristianos, pero sí de ser 'atea cristiana' llegado el caso (como Oriana Fallaci), ya que nuestras costumbres, criterios morales, visión del
hombre se basa en la forma en la que a lo largo de los siglos lo ha entendido el cristianismo. Hasta los totalitarismos que hemos sufrido son 'malversaciones' del mismo cristianismo.
Por respeto a la libertad religiosa, nuestros gobiernos deberían pedir un trato correspondiente entre los regímenes islámicos y los occidentales. En España, el Estado facilita evidentemente el desarrollo del Islam, proporcionalmente más que el de la religión católica.
Y es que la última decisión del gobierno socialista (con el apoyo inestimable de una editorial católica -hay veces que uno no entiende lo que hacen algunos religiosos-) de subvencionar un libro de texto islámico es claramente lesiva para con la religión mayoritaria de la población española a la que se manda a la 'clandestinidad' de las actividades extraescolares. Pero lo veremos más adelante.
Los laicistas estarían mucho más contentos si en la sociedad hubiera un 20 por ciento de católicos, un 15 de musulmanes... varias religiones, todas en pequeñas proporciones, para que ninguna tenga un peso notable en el conjunto de la sociedad. Pero es que a la mayoría de los españoles les da la gana ser católicos, y el Estado no tiene por qué modificar esa situación.
Pero es que el marido de Sonsoles está en eso, en echar la religión de los niños españoles para conseguir ese objetivo en una generación. Tiene razón Monseñor Sebastián en que el Estado no debería entrometerse, pero eso sería en una situación razonable, pero no es el caso en el gobierno mssa ideologizado y enemigo de la religión que ha tenido España desde 1936.
Ahora, una serie de indicios, de voces y proyectos pretenden invalidar la Transición del 78 e ir a buscar la legitimación de nuestra democracia en una II República absolutamente idealizada. Se habla de memoria histórica, pero habría que hablar de olvido histórico, porque la democracia de 1931, aunque nació como ilusionante para algunos, no fue capaz de defender el orden ni la legitimidad. Al abrigo de aquella democracia germinaron en España procesos revolucionarios que provocaron el levantamiento de 1936.
Monseñor Sebastián es un revisionista (¡ya mucha honra!). Al menos dirán los historiadores de cebecera del progresismo militante. Les molesta mucho el que se recuerde que fue la izquierda la que provocó la guerra no aceptando los resultados de 1933, que fue la izquierda la que declaró, desde el primer momento, la guerra a la religión y a las creencias de la mayoría de los
españoles. Que fue largo Caballero y Prieto los que veían en la Republica un medio para llegar a la 'dictadura del proletariado' al modelo soviético. Olvidan Paracuellos, olvidan la quema de Iglesias, el asesinato de sacerdotes y religiosos, olvidan (conscientemente) que España viene de olvidar aquello para no repetirlo.
Hay una percepción de los obispos de esta tendencia a marginar a la Iglesia de la vida democrática. Parece que, para ser buen demócrata, hace falta entrar en un mundo cultural donde no hay convicciones religiosas ni criterios morales absolutos. Esta democracia acarrearía una sociedad desarraigada, a merced de los que pueden controlar, modificar, dirigir de alguna manera, supone secuestrar la sociedad entera.
Esto lo hemos sufirido en este blog: ser cristiano es ser un fascista, olvidando, son así de incultos, que el fascismo está condenado por la propia Igleisa del mismo modo que el marxismo. No se puede ser un demócrata teniendo convicciones. Eres un fundamentalista, una persona sospechosa de querer imponer tus principios a otor. Y aunque sea falso, te ves obligado a probar tu inocencia. Corremos el riesgo de caer el totalitarismo, en palabras de Monseñor Sebastián:
Existe un riesgo de ir a un clima social que reduce la libertad. He oído decir a alguno de nuestros dirigentes que el Gobierno no sólo venía con una misión política, sino con una misión educativa, y me puse a temblar, porque educar manejando todos los resortes de la política, la economía y los medios es muy parecido a adoctrinar. Es muy peligroso que el Gobierno se meta a educarnos, a dirigirnos, a decirnos lo que es verdadero y lo que es falso. Y si dan un paso más para decirnos lo que es bueno y lo que es malo, todavía peor. Supone un riesgo para la libertad.
Es un un riesgo que el Estado decida lo que cabe y no cabe dentro de la democracia. La libertad de pensamiento, de religión e idelogía quedan fuera, sólo cabe ser 'políticamnte correcto'. Todavía resuenan la 'quema de brujas' que con motivo del pseudo-matrimonio gay hicieron con el Dr. Polaino. Ni un sólo argumento, sólo descalificaciones Ad hominen. Y ese es el futuro: si te sales de lo que es la 'verdad oficial' eres un fascista, un homófobo y no sé cuantas cosas más. La 'muerte civil' está ya sentenciada: si te llaman de un medio, ese medio será acusado de dar pábulo a enemigos de la democracia. Si escribes un libro nadie querrá publicarlo, so pena de sufrir el boicot de la 'tolerante' izquierda. Serás un paria, un apestado. Y así todos nos hemos convertido en tipos 'correctísimos'.
Y en esto enganchamos con la dichosa 'Educación para la Ciudadanía'. De nuevo Fernando Sebastián deja claro que los cristianos son ciudadanos y si el Estado sobrepasa sus límites, deberán ejercer sus derechos, entre ellos el de la objeción de conciencia que ya hemos defendido aquí varias veces.
Los católicos, además, son ciudadanos. Y si, por ejemplo, Educación para la Ciudadanía tiene en su programa la nula comprensión del matrimonio o de la familia que nuestro Gobierno está tratando de pasar a las leyes, los padres católicos no lo podrán aceptar. Nos obligarán a la objeción de conciencia.
Seguimos comentando en otro post...
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