Acordarse de las víctimas


Alejandro Campoy es un padre de familia. El otro día fue al Congreso a ver el que debería ser el eje de la democracia: la voz y la palabra. Un español, ahora que serlo empieza a ser heróico, que no desea dejar a sus hijos un país rendido a los terroristas (son eso, no son 'izquierda abertzale', son terroristas, asesinos, escoria...), que no quiere que su presidente tire 'por el inodoro' la sangre de casi mil españoles sólo para mantenerse en el poder.

Pues este padre de familia, miembro de la plataforma Hazteoir, decidió recordarle al presidente del Gobierno, al señor Rodríguez, el más indigno de los diputados que ocupa el Congreso (bueno, ahí rivaliza con Rubalcaba) que esa sangre con la que está traficando, es la de Miguel Angel Blanco, que fue todo un símbolo de la lucha de toda una nación contra la barbarie, de una nación que ni en ese momento, -doloroso, triste, de rabia contenida- cuando todo un país salió a la calle a exigir piedad a unas alimañas salvajes que no conocen la compasión, pues una nación que ni en ese momento, cuando quizá pudieran temblar los ánimos para resistir al mal (definición clásica de fortaleza: capacidad habitual para resistir el mal), ni siquiera entonces nos rendimos. Si entonces no cedimos, ¿por qué vamos a hacerlo ahora?

Alejandro, que ya es cada uno de nosotros, ha escrito una carta explicando su gesto, dándole razones a un presidente que hace ya mucho que dejó de oir a la calle, ¡qué lejanos quedan esos tiempos en los que el mentiroso Rodríguez hablaba de la 'democracia deliberativa'! ¡Menos mal que algunos nunca le creímos! Ahí queda la carta:


He ido al Congreso de los Diputados y depositado en el escaño del Sr. Presidente del Gobierno, D. Jose Luis Rodríguez Zapatero una foto de Miguel Ángel Blanco, dos rosas blancas y he vaciado un bote de mercromina sobre ellas. Creo que el simbolismo del gesto no merece mayor explicación. Pero sí quizás el motivo que me ha llevado a hacerlo.

Tengo 42 años, estoy jubilado y soy padre de cuatro hijos. Me importa poquísimo que los medios afines a ciertos sectores me tilden de ultraderechista, fanático o todo lo que ellos quieran. No se trata de mí, ni mucho menos. No tengo ninguna imagen pública que proteger, ningún prestigio profesional que defender, ninguna honra personal que salvaguardar. Ya fui despojado de todo eso hace tiempo. Bienvenidos sean los insultos y la satanización si sólo me tocan a mi. Se trata de nosotros, los españoles. Y a todos los españoles ofrezco estas breves reflexiones.

Jamás creí que llegaría a ver un momento en que unos españoles se vuelven contra otros con odio feroz, cuando casi todos creíamos enterrada para siempre esa espantosa guerra entre hermanos, entre vecinos, entre paisanos.

Jamás creí que llegaría a ver campañas organizadas de criminalización de media España contra la otra media. Creí que habíamos aprendido de la historia.

Jamás pensé que traíamos a nuestros hijos al mundo para lanzarles en un país de odios cainitas y de oscuros y sombríos caminos hacia olvidadas guerras.

Jamás albergué ningún tipo de odio hacia nadie, tengo excelentes amigos socialistas, nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. Admiro a todos aquellos que son coherentes con sus ideas y las expresan sin doblez, como Julio Anguita, Rosa Díez, Gotzone Mora, Maite Pagaza, Nicolás Redondo, Rosa Aguilar y tantísimos otros que dejaré de mencionar.
Jamás sospeché que llegaría un momento en que no fuera posible tomarnos unas cañas juntos y discutir sobre nuestras diferentes ideas sin ningún tipo de problemas.

Jamás olvidaré aquél fin de semana de julio del año 1997, en que casi ahogado, sin aire, esperaba junto a toda España ¡¡TODA ESPAÑA JUNTA, UNIDA COMO UN SOLO HOMBRE!! el fatal desenlace del chantaje que los criminales del terror pretendían imponernos a todos, mientras el tic-tac del reloj marcaba los últimos instantes de la vida de Miguel Ángel Blanco.

Jamás olvidaré, aunque me condenaran a vivir tanto como Dios, el terrible grito de rabia y dolor que yo mismo y España entera proferimos tras esos dos secos disparos que acabaron con la vida de un inocente cuyo único delito fue el haber soñado.

Y hoy ya no puedo soportar más. La convivencia en mi país se está quebrando, se rompe, la mentira y la anulación de las conciencias se extienden como una mancha de aceite por toda la sociedad española. España está en manos de un hombre enfermo. Y España debe despertar y reaccionar.

¡NO HAY NINGÚN PROCESO DE PAZ!. ¡No nos dejemos engañar! ¿Cuántos policías, militares, guardias civiles y en general, miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado fueron masacrados antes de que por fin nuestras conciencias despertaran? ¿Acaso sus vidas eran de segunda categoría? ¿Por qué tuvimos que esperar a que empezaran a caer políticos, periodistas, civiles en general para tomar las calles? ¿POR QUÉ, ESPAÑA? ¿DÓNDE ESTÁ TU CONCIENCIA?.

¡NO HAY NINGÚN PROCESO DE PAZ! No se trata de luchas partidistas, de rivalidades por el poder, se trata de que la paz no puede conseguirse renunciando a la libertad, renunciando a la dignidad, renunciando a la justicia.

¡NO HAY NINGÚN PROCESO DE PAZ! Ningún país puede permitirse el derribo de todas sus leyes para contentar a un grupo criminal que pretende conseguir sus fines mediante el chantaje y la violencia.

¿Acaso Miguel Ángel Blanco fue asesinado PARA NADA? ¿POR NADA?. Entonces el Estado le dijo a los terroristas que NO. ¡¡NO!!. Y con ello se firmó la sentencia de muerte de Miguel Angel. ¡¡España, HAY QUE SABER DECIR QUE NO!!

Es esa sangre de Miguel Ángel Blanco la que deposité a través del simbolismo del betadine en el escaño del Presidente del Gobierno. Esa sangre es la que este hombre, al que la historia juzgará de forma implacable, ha tirado por el inodoro. Sus propios compañeros de partido se levantan, organizan la resistencia, se pronuncian asombrados contra un estado de cosas de locura y demencia colectiva. Este hombre ha manchado sus manos de sangre, y debe a los ciudadanos españoles muchas explicaciones todavía.

Termino. Cuando la policía presente en el Congreso de los Diputados me acompañó para tomarme declaración, pude intuir en algunos de ellos signos de comprensión. Su comportamiento fue ejemplar, en todo momento me trataron con una atención y educación exquisitas, y no puedo por menos que mostrarles desde aquí mi más profundo agradecimiento y reconocimiento público a su labor callada, oscura, sacrificada y tantas veces criticada por la ignorancia o los intereses bastardos de determinadas facciones. No todo es trigo limpio, claro, pero hay muchos héroes y mártires desconocidos entre ellos.

Por ellos, por todos los asesinados o mutilados por la mafia criminal, por España, el 10 de Junio ¡MANOS ROJAS POR LA LIBERTAD! ¡POR LA MEMORIA, LA DIGNIDAD Y LA JUSTICIA! ¡ESPAÑA, EL 10 DE JUNIO DEBES LLENAR TODAS LAS CALLES DE MADRID!

Alejandro Campoy Osset

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No quiero tu mundo nazi-onalista español. Quiero la paz y el respeto entre naciones. Gracias.

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